El Real Madrid, definitivamente, ha activado el modo Liga. Los blancos remontaron el gol inicial de William José (tras regalo de Ramos) y acabaron ganando 3-1 con tantos de Benzema, Valverde y Modric. El Bernabéu tributó a Bale una pitada sonora, enorme y merecidísima. Por ese orden.
Zidane no tenía cuerpo para muchos cambios. Después de dos semanas de parón la exhibición de Eibar parecía tan lejana como la exhumación de Franco. Y fue una pena –lo del parón, no me malinterpreten– porque el Real Madrid había dejado su mejor poso futbolístico en año y medio. Habría que ver si el virus FIFA devolvería al Madrid al ‘error 404’ o si el equipo se ha reiniciado y no va a petar mas.
En el once no estaba Gareth Bale, alias El Pancartas, por lo que el jurado popular del Bernabéu debía esperar para emitir un veredicto. Tampoco Kroos, que descansaba, ni Marcelo, que volvía de lesión. Repetía Modric, renacido en Ipurua, y regresaba Fede Valverde, ese héroe por accidente que le ha cogido el gusto a la camiseta de titular.
Enfrente la expectación y el morbo, para qué negarlo, lo ponía un Odegaard que estaba siendo hasta su lesión uno de los tres mejores jugadores de la Liga. Si el Real Madrid no lo repesca este verano estará cometiendo una torpeza igual que meter un gato en el microondas: imperdonable.
Salió el Real Madrid dispuesto a pegarse un tiro en el pie y a darle emoción al partido. Se disparó un especialista en regalos y heroicidades: Sergio Ramos. El capitán asistió a William José con una cesión suicida a Courtois. Pasó la pelota a su portero sin mirar, como un torero que diera una verónica con los ojos vendados, y regaló el gol a la Real. Sergio se dio cuenta de su error y pidió perdón, pero la Real Sociedad saltaba al Bernabéu ganando 1-0.
Ramos se pega un tiro en el pie
Al Madrid le tocaba remar como a un enamorado en El Retiro. Pero tenía los brazos entumecidos, en este caso los pies. Como los tuvo Hazard después de un buen baile por la izquierda. Al final, el belga no definió bien ante Remiro y su disparo se estrelló contra el lateral de la red.
Atrás el Real Madrid seguía siendo un queso de Burgos: suave y blandito. Odriozola campaba a sus anchas ante un despistadísimo Carvajal y ni Ramos ni Varane le cogían el aire al partido. Courtois evitó el 0-2 con una buena mano abajo antes del primer cuarto de hora.
Respondió Mendy con un buen disparo raso con la derecha, lo que da razones para seguir pensando que este chico no es zurdo. También desde fuera lo intentó Hazard diez minutos después. Ambos disparos fueron bien repelidos por Remiro. Al Real Madrid se le empezaba a hacer bola el partido.
Y los minutos caían como la fría y sombría noche sobre el Bernabéu. Al menos hasta que un centro medido en una falta lateral de Modric, templadita y medida, encontró lo que antes era pecho frío y ahora es pecho lobo de Benzema, que hizo el 1-1. El Real Madrid por fin encontraba el premio del gol antes del descanso.
Remonta el Real Madrid
El gol espoleó al Madrid y al Bernabéu como un chupito de Jagermeister. Tres llegadas consecutivas en cinco minutos con un Remiro cuya figura se iba agigantando hasta el descanso, que llegó justo a tiempo para salvar a la Real. No lo haría la reanudación, que se inició con el 2-1 a favor del Real Madrid merced a un disparo desde fuera del área de Fede Valverde, que se envenenó tras tocar en Oyarzabal y despistó a Remiro.
Respiraba Zidane y respiraba el Bernabéu al grito de «¡vamos!» al más puro estilo Rafa Nadal. El Real Madrid se adueñó del partido pero no terminó de cerrarlo pasada la media hora de juego. Ni siquiera con un Hazard que parecía más liberado con algo más de espacio.
Entonces salió Bale. Y se llevó una pitada enorme, ensordecedora y merecidísima. Un tipo que se ha reído del Real Madrid y de su gente no se merece menos. El partido se convirtió entonces en un plebiscito o más bien en un concurso de a ver quién pitaba más a Bale. No sería bueno que el galés siguiera en el equipo más allá del mes de enero porque cada partido en el Bernabéu se convertirá en un debate. Y a Bale, por cierto, los pitos le resbalan porque tiene la espalda tan ancha como defectuosa.
Precisamente de las botas de Bale salió la asistencia previa al 3-1 del Real Madrid. El galés recibió un buen pase de Valverde y puso un centro bombeado al segundo palo. Allí la devolvió Benzema de cabeza al área pequeña donde apareció Modric desde segunda línea para sentenciar el duelo en el minuto 75.
Desde ahí el Real Madrid se limitó a dejar pasar el tiempo y a pensar en quién tenía entradas para ir a la Davis el domingo. Incluido Bale, que posiblemente iría a animar a Gran Bretaña, aunque lo que a él le pone en realidad no es la Davis, es la Ryder.